Mi Versión de la Belleza
Toda mi vida he hecho los máximos esfuerzos por imaginarme como serán los colores, los rostros, los paisajes, no tengo ninguna forma de saberlo porque soy ciego de nacimiento. Lejos de ser una tragedia griega, creo que a veces ha sido mejor, porque así no me dejo llevar los a paraciencias, sólo por lo que percibo.
La vida no ha sido fácil del todo para mí, ya que el mundo en el que vivimos no se ha preocupado por nosotros (los ciegos), pero de igual manera nos damos maña para poder vivir. Me acuerdo cuando estaba conquistando a una muchacha, Lucía es su nombre, lo primero que me cautivó fue su voz, cada vez que la escuchaba, para mi era como escuchar a un ángel. Todo de ella me encantaba, cada tarde después de mis clases de lectura y escritura, para los que no lo conocen es el sistema Braile, sin duda requiere mucha destreza y concentración, pero el tema es otro, cada tarde me iba a casa de Lucia, solo para escucharla, ella era muy entretenida y espontanea, me enamoré profundamente de ella. Nunca me animé a declarar mi amor por temor a que me rechazara, así que un mal día para mí, me contó que está de novia con un muchacho de la cuadra. Para mi fue la peor noticia de todas, pero en fin, tuve que superarlo, me costó, pero lo hice.
Para poder superar aquella mala noticia y recuperar a mi corazón roto, tuve que pedir ayuda, así que me animé y fui a la psicóloga, Pilar es su nombre. La primera tarea que me dio fue escribir en un cuaderno todas las cosas de mi rutina diaria que me gustaban. A la semana siguiente le llevé mis apuntes a Pilar quien partió pidiéndome disculpas por haberme pedido hacer tamaña estupidez, a lo que yo le respondí que tenía dos cuadernos completos con anotaciones. No sé porqué, pero apenas comenzó a leer en voz alta mis anotaciones, su voz se empezó a quebrar y llorar amargamente.
Lo primero que ella leyó fue:
Los primeros rayos de sol que entran por mi ventana y me avisa que el día comenzó. Sentir el rocío en la hierba en mis pies, acostarse en sábanas limpias, las burbujas de la coca cola chocando en mi cara, la brisa de la tarde en mi cara y mis manos, el cantar de los pájaros a media mañana, el buenos días de un desconocido, el olor a pan tostado con mantequilla.
No pudo leer mas, cuando ella después de sonarse la nariz muy escandalosamente y secarse las lágrimas me dice:
- Gracias Julián, me enseñaste la belleza de la vida, que con los ojos no se puede ver.