Mi Árbol de Pita
La navidad es una de las épocas que más me gustan, desde el 1 de diciembre, hay un cambio en el ambiente. El olor en las calles es distinto, el aroma a la navidad es muy característico. Siempre, pero siempre ese aroma, las luces, los adornos, los árboles navideños, hace que me transporte a mi infancia. Hace me que me transporte a los 9 años, cuando papá nos sorprendió con la mejor navidad de todas. No sé bien si fue por no tener plata para comprar un árbol, o simplemente fue el ingenio de él. Ese año nos hizo un árbol de pita, pero no uno cualquiera, sino uno bien especial.
Yo a mis 9 años, todavía creía en la venida del viejo Pascuero, ¡Que inocente que éramos a esa época mi hermana y yo! Les podría jurar que escuche el tintineo de las campanas en aquella noche buena. Ahora que lo pienso, sé que solamente fue mi imaginación la que actuó, pero ese sonido de campanas me acompañó por mucho tiempo más, ¡Era maravilloso! ¡Aún lo es! poder revivir una y otra vez en diciembre aquella navidad... ¡La mejor de mi infancia!
Pero volviendo a esa navidad y nuestro árbol, ese de pita tan especial. Recuerdo que mi papá con mucho ingenio logró que ese árbol pudiera girar y mientras lo hacía, las luces encendían y apagaban conforme iba girando, ¡toda una novedad! Ese año todos mis amigos de la cuadra, todos y sin excepción iban a mi casa para poder ver aquel árbol de pita. Era la novedad de mi barrio. Estábamos todos como hipnotizados por el movimiento y las luces. Cada giro del árbol hacia que se grabara una y otra vez aquella navidad en mi mente y mi corazón. Se corrió la voz por todos lados de aquel árbol, tanto fue así, que vinieron otros niños, incluso de otras cuadras a ver el árbol, ¡mi árbol! Esa navidad mi mamá preparó más chocolate y partió más pan de pascua que en toda su vida, ya que fue tanta gente a ver el árbol que se movía, que hasta hacían turno con mi tía para atender a tanto niño que iba a casa y brindarles chocolate caliente y un pedazo de pan de pascua, para mi el aroma de esa navidad se me quedó grabada para siempre en mis recuerdos.
No sé si fue el árbol, el ingenio de papá, la visita de tanta gente o que yo oyera las campanas del viejo pascuero, pero el recuerdo de esa navidad llega a mí año tras año y con eso vuelvo a ser un niño de 9 años, vuelvo a ser niño, vuelvo a ser feliz.